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El hombre que Smarmatic no esperaba

Por Olga K | El Gusano de Luz

30.11.05 | Si. Yo soy participacionista. Yo voto en las encuestas de las gasolineras y en mi casa se vota hasta para decidir dónde comeremos cuando hay salida dominical. Pero no escribo hoy para convencer a nadie de hacer lo propio. Estas líneas, sí, rozan lo electoral pero....

Este artículo es como nunca fiel al título de mi columna “Crónicas Ciudadanas”. Es un relato de primera mano. Relato ciudadano. Lo informático lo dejo a los que saben. Fui testigo privilegiado del momento en el que Leopoldo González presentó el informe sobre el evento de Mariches donde demostró a los observadores de la UE, de la OEA, a los de Ojo Electoral y a los técnicos del CNE y Smarmatic, sin lugar a dudas, que era posible violar el secreto del voto.

Desde el RR juré no volver a permitir que mi sentido común fuera encerrado en el closet. Por nada ni por nadie. Y desde entonces anda suelto, lo dejo hacer preguntas impertinentes, es obstinado e inquisidor y sobre todo no se deja pasar strikes emotivos ni viscerales. De esos, ni uno más. Vengan de quien vengan.

Por eso mismo, antes de echar el cuento de Leopoldo González y lo que pasó en Mariches, es imperativo partir de lo que no admite discusión. Sentido común en pasta: si Leopoldo, el técnico que reveló contundentemente el mecanismo que vulnera el secreto del voto hubiera pensado que no había nada que hacer y si hubiera aceptado que la condena ya estaba firmada, en este momento no estarían el CNE y el régimen, ofreciendo cumplirnos los derechos que antes, ensoberbecidos de poder, consideraron “concesiones” que su divina gracia se negaba a satisfacer. Esta historia es confirmación y demostración de que sólo tiene chance de lograr algo, quien está dispuesto a hacer algo, aun en las peores condiciones. El éxito estriba, no en medir el tamaño de la adversidad, sino en plantarle el tamaño de nuestra determinación. Esta es la historia de cómo alguien hizo exactamente eso.

Vale la pena hacer públicos ciertos detalles del histórico evento.

1.-Leopoldo González no dispuso de sofisticados equipos, ni de financiamientos extranjeros, ni de un ejército de hombres. El con su circunstancia-un equipo humano mínimo-, decidió hacer lo que no había hecho ni SUMATE con su tecnología, ni los partidos con su maquinaria, ni Tulio con su informe, ni Oswaldo Alvarez Paz con el 350. Leopoldo investigó. Sin ruido y con un clarísimo sentido de propósito: arrancarle el esquivo secreto a las máquinas. Y el programa que instaló en la máquina con la que reveló la perversión de la que finalmente existen pruebas irrebatibles, lo bajó,¡ desmáyense!, nada menos que de internet. Gratuitamente...

2.-Cuando Leopoldo, luego que cada observador hizo la selección en la máquina, corrió el programa y empezó a decir en voz alta: Fulano ud. votó tal, Perencejo, ud. votó cual, Sutanejo ud. votó mas cual, fueron los técnicos de Smarmatic, llegados al quinto, quienes pidieron ¡por favor! detener la demostración. El bochorno se instaló en Mariches y en el ánimo de los que presenciaron el asunto. Todos firmaron el reporte sin reservas ni observaciones. Lo vi.

3.-Leopoldo no pertenece a ningún partido. Para poder hacer los trabajos de auditoría necesitaba una credencial de partido y ésta se tramitó por PJ como integrante de la fórmula unitaria. El es parte del Grupo La Colina. No es un grupo de electores, ni siquiera una asociación civil. Se trata de un grupo de profesionales que en lugar de quejarse de lo mal que lo hacen otros, decidieron aportar para que las cosas salieran bien. Y trasladaron la misma fórmula que les dio éxito en lo profesional y privado, para aplicarlo a lo político y público: división de tareas, trabajo en equipo, y gerencia por resultados. Al servicio de todos, suyo, mío y de los tupas por igual, en dos palabras: de Venezuela. La incorporación al Comando de la Unidad se hizo para obligar a los partidos a ponerse a la altura de una sociedad civil, profesional, técnica e intelectual, donde el mérito no se mide por exposición mediática, sino por resultados. Y por hacerlo, hubo quienes nos llamaron colaboracionistas...

4.-De torpezas que pasan factura. Tan solo estaba Leopoldo en la tarea de las auditorías, tan obligado a multiplicarse con la necesidad de cubrir varios frentes (cuadernos, máquinas, asignación de claves, programas etc ) y tan claro en su determinación de que el país necesita gente haciendo cosas en lugar de anunciándolas o peor aun, enviando mensajes desmovilizadores, que bregó y bregó, hasta que consiguió que Súmate fuera acreditado para participar en la auditoría. Aun recuerdo su alivio cuando lo comentó unos días antes. Sin embargo, en una decisión cuyo alcance aun está por verse, Súmate no quiso aceptar y se quedó fuera en el momento mas crucial. La historia quedó escrita y la importante organización civil, tristemente, se negó a sí misma la oportunidad de incluir su rúbrica como testigo en el escueto pero demoledor documento técnico de dos páginas. En un hecho que agrede mi sentido común y el sentido de propósito de cualquiera que se defina luchador, el mismo día que se develaba el mecanismo, Ma. Corina lanzó un llamado a orar. Discúlpenme, pero entré en cortocircuito. Yo me rijo verticalmente por aquel sabio refrán que dice “Ayúdate y Dios te ayudará”. Aun no me resulta computable ese llamado etéreo y espiritual cuando se que lo que hizo grande a esa organización y lo que le dio prestigio fue precisamente su incuestionable tecnificación de la necesaria contraloría ciudadana. En fin...Lo patético es el desesperado intento oficialista centrando la atención sobre este cándido llamado a la oración para desviarla de lo que verdaderamente los angustia: la demostración técnica –no oratoria- de la vulnerabilidad del sistema automatizado. Y tantos haciéndole comparsa...¡Vaya por Dios!, no aprendemos. No pelamos un trapo rojo. No, por ahí no es...

De lo dicho se desprende que la determinación de un hombre hace la diferencia. Basta uno. Si entendemos eso, quizás podamos poner nuestro coraje al servicio de una causa y no de la simple ira. Leopoldo, repito, no necesitó un ejército ni exigió condiciones. Se adaptó a lo que tenía y le sacó partido. Por eso, cuando tantos cuestionan de qué sirve un diputado en una mayoría chavista, el caso de Leopoldo en las auditorías es de una contundencia absoluta. Desde el RR le dimos puerta franca a la depresión y a la desmovilización. Por ella entregamos gobernaciones, alcaldías y concejalías. Y hasta quisimos darle carácter ético a la rendición. Lo verdaderamente ético y además épico, resultó la movilización efectiva y eficiente de un pequeño pero decidido grupo de hombres y mujeres. Un solo hombre valioso sí hace la diferencia. La hizo.

Les cuento que Leopoldo es un hombre de talante suave, no le gusta desperdiciarse en oratoria y va siempre al grano. Estaba soltándonos aquella bomba con la serenidad de quien comenta lo clarita que está la mañana. Sin un solo aspaviento, sin teatralidad inútil, y cuando el alboroto que provocaba su revelación hacía que alguien pidiera “silencio, escuchemos al especialista” Leopoldo decía casi con desazón “No vale, a mi no me llamen especialista. Esa broma no me gusta. Yo simplemente hice mi trabajo y lo que se hacer”.

Y a continuación añadió lo que mas me golpeó.

Dijo, palabras mas, palabras menos, algo que retrata el tamaño de nuestra tarea: “no es que me sienta satisfecho de haber descubierto esto...lo que me mortifica es todo lo que no hemos encontrado y pudiéramos descubrir, de haber estado muchos haciendo la tarea en lugar de lamentándonos”.

¿Puede alguien rebatir ese deslave de sentido común? ¿ huh?

Hoy, la determinación de un hombre y el empuje de un pequeño grupo civil, ha dado la carta de triunfo a la oposición como un todo, sin distingo de las estrategias escogidas por las dos facciones para enfrentar al régimen. La demostración técnica de la vulnerabilidad del voto, sirve para dar igual razón a los que defendemos la participación, porque fue participando con lo que se obtuvo la prueba incontestable, como a quienes promueven la abstención por la vulnerabilidad del sistema. Un solo hombre, uno de hablar suave que nadie distinguiría en una cola del cine , nos permite reagruparnos sin que ninguno “pierda cara”. Esa tarea habrá de afinarse. Con respeto a las heridas infringidas de parte y parte, con delicadeza.

Pero hay otra tarea que no permite dilación y se está dando a estas horas. Que los partidos se mantengan unidos y sólidos en las demandas al CNE. Sin salidas en falso. No para ganar un diputado. Para ganar la asamblea en condiciones electorales limpias, transparentes y confiables.

Con la vista puesta en el 2006. A nadie conviene que alguno de ellos se autosuicide. ¿Ven? Para eso sí que rezo.

olgak_a@cantv.net



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