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La propiedad privada en Venezuela se acabó y no es mamadera de gallo

Por Sol Castro

Caracas 21.09.05 | Eso confesó (¿?) Hugo Chávez Frías hoy en su visita a Ciudad Guayana al referirse a la intervención de tierras: Creían “que era mamando gallo, la cosa es en serio". Chávez, no sólo apoyó las acciones bandoleras del ministro de Agricultura y Tierras, Antonio Albarrán, y su compinche, Richard Vivas, presidente del INTI, que mantienen bajo sitio militar en este momento a los dueños de la finca La Marqueseña, junto con 60 familias, amén de la toma de tierras y empresas privadas mayormente en Barinas- no es pura coincidencia que sea el estado natal de Chávez y de los dos funcionarios- sino que exhortó o instruyó a gobernadores y alcaldes a violar la Constitución y las leyes vigentes “metiéndole el ojo a los terrenos urbanos que no estén siend o utilizados y que puedan ser expropiados para construir viviendas.”

Y sí ya es grave que el presidente de un país llame a sus autoridades locales y regionales a otear terrenos que pudieran ser confiscados o sitiados como en la Edad Media; para agregar insulto a la ofensa, Chávez Frías se permite decir que el Estado pagará "como pueda pagarle no como quiera. A lo mejor le doy un papel, en el 2030, cóbrele a Chávez", violando una vez más la Constitución que estipula el pago oportuno y justo previa sentencia judicial firme en el caso de las expropiaciones por “causa de utilidad pública o interés social” (Art. 115).

Puede que esta verborrea delincuencial haya sido producto de la nada agradable bienvenida que recibió a su llegada a Ciudad Guayana. Los cuatro puentes de acceso de San Félix hacia Puerto Ordaz fueron tomados por trabajadores de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), mientras otras vías de comunicación fueron tomadas por trabajadores de SIDOR y del sindicato SUTIS, y otras por jubilados y pensionados de Venalum y Alcasa, lo que obligó a Chávez a trasladarse en helicóptero hasta el lugar donde debía hacer entrega de unos créditos. Esto sin contar la protesta de mineros al sur del estado, en Santa Elena de Guairén. Quizás, esté incluso resollando todavía por la herida del fiasco de su visita a la ONU, que le costó un regaño en privado, (No importa como lo quiera vender, lo cierto es que después de la reunión convocada con carácter urgente por Annan, canceló su segunda participación programada en la ONU y no volvió a decir ni pío sobre la ilegitimidad de la reforma de la organización), y según se rumora, la pérdida de dos de sus funcionarios de seguridad que habrían solicitado asilo político en los EEUU. Se encontró en vez de un recinto en la ONU ávido de sus propuestas, uno casi vacío, con aplausos sólo de la barra de los asalariados ministros y vice-ministros. En vez de ser percibido y recibido como el ‘salvador de la humanidad’ -título que parece haberse auto-concedido últimamente-, se encontró aupado sólo por los grupos que el Reverendo Jesse Jackson y el legislador José Serrano lograron reunirle en el Bronx, como escenario para sus promesas de cultivos hidropónicos y organopónicos en las orillas del río, misiones milagro y demás promesas demagógicas, como si de un candidato en campañ a se tratara.

Puede haber sido todo ello, o puede simplemente estar siguiendo las instrucciones recibidas en su última visita a La Habana para rendir cuentas sobre la tarea cumplida en la ONU. Lo cierto es que por vez primera, en público, sin ambages, Chávez Frías, ‘Yo, Hugo’, decretó, y ya ni siquiera se molestó en esperar a que la nueva Asamblea Nacional, ahora sí conformada a su gusto, con parlamentarios incluso ya juramentados por él, reformen la Constitución Nacional y cambien el concepto de propiedad privada como adelantó el actual presidente del Parlamento, Nicolás Maduro. Ya lo adelantó hace una semana, el único Fiscal del mundo que ha sido vicepresidente de la misma administración para la cual cumple el rol de fiscalizador, “el derecho a la propiedad privada tiene una función social, por lo cual, en este caso, el interés general ha de privar sobre los intereses particulares”.

Chávez parece haber captado sólo lo del interés porque no hay más que ojear su primera biografía semioficial, Habla el Comandante, del historiador Agustín Blanco Muñoz en su serie La violencia en la Venezuela actual, para comprender que la toma por asalto de La Marqueseña no es más que un capricho personal, un sacarse la espinita. Según el propio Chávez Frías, La Marqueseña ha marcado su niñez y juventud e incluso su vida militar. Esa Marqueseña, que según los cuentos de su infancia de su abuela fue propiedad de su bisabuelo, uno de los héroes de Chávez: Pedro Pérez Delgado, un cuatrero barinés, conocido como Maisanta. Esa misma Marqueseña, que hoy permanece bajo estado de sitio a pesar de los docu mentos que prueban que la propiedad ha estado en la familia Azpúrua desde 1.790 o de las evaluaciones que demuestran que las tierras están en plena producción. Estos son tiempos de “revolución” y en tiempos de revolución, la ley vale muy poco.

Si a alguien le quedaba alguna duda de lo que significa cambiar el modelo social, político y económico en Venezuela por eso que eufemísticamente han dado en llamar el “socialismo del siglo XXI” (comunismo para todo el que haya leído alguna vez un tratado comunista o revisado ciertos períodos históricos en ciertas naciones), ya está allí, en blanco y negro, expresado por su soberana majestad, YO, HUGO. Tampoco es la primera vez que lo dice o lo asoma. Ya siendo candidato, Chávez habló de la necesidad de recorrer un camino de transición para llegar al modelo propio de la “revolución democrática”, que podía ir según él desde el capitalismo humanista a una Tercera Vía, o al comunismo. Aunque es obvio suponer que un candidato que ya venía como el lobo disfrazado de cordero, no iba a decir de qué se trataban los componentes de esa transición, los enumera: en lo político-jurídico, en lo económico y social y en lo ideológico-cultural. Guillermo García Ponce es más directo en su El Socialismo del Siglo XXI de este año. Al disertar sobre la propiedad privada en el socialismo, afirma que en las primeras etapas del socialismo, especialmente en el período de transición, podrán coexistir otras formas de propiedad (cooperativista, pequeña y mediana industria, incluso la propiedad capitalista) al lado de la propiedad social, para concluir que el Estado Socialista “respetará la propiedad privada capitalista a condición de su sujeción a las directrices específicas de la economía socialista”.

Así es, señores (y señoras, en la mejor tradición de la “revolución”), se acaba de pasar a la segunda fase de la “revolución”. Será patente para todos cuando ‘Yo, Hugo’ transmita su Aló Presidente dominical “desde un latifundio recuperado de 8 mil hectáreas", según anunció ayer tarde. ¡Oh, casualidad! La finca La Marqueseña posee justo 8 mil hectáreas.

El preaviso lo dieron ayer; la medida se sanciona este domingo. La propiedad privada en Venezuela se acabó y no es mamadera de gallo.



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