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El único que usa la imagen de Chávez para frenar a López Obrador es Hugo Chávez

Por Raúl Tortolero

DF 22.03.06 | En la televisión abierta mexicana, y dentro del marco de las campañas electorales a la presidencia, hemos podido observar, desde hace poco más de una semana, spots a favor del candidato Felipe Calderón (PAN, derecha) donde aparece Hugo Chávez en su programa Aló Presidente diciéndole a Vicente Fox aquella advertencia de que no se meta con él porque “sale espinao”. Enseguida vemos a Andrés Manuel López Obrador (el candidato puntero del PRD, izquierda, con entre 8 y 10 puntos arriba de sus dos competidores principales) refiriéndose al presidente Fox como “chachalaca” y diciéndole “Cállate”. “Cállate chachalaca” (un ave de voces grandilocuentes o persona vocinglera) es la frase que usa López Obrador para que Fox no meta más las manos a los comicios, supuestamente en su contra. Y luego vienen en el anuncio las frases de que ambos personajes son igual de intolerantes. Esto es, la instalación de Hugo Chávez de una manera u otra, a como dé lugar, en los procesos electorales mexicanos.

Ayer, martes 21 de marzo, Chávez insistió públicamente que “la derecha mexicana” intenta usar su imagen para impedir la llegada de “la izquierda” al poder. La respuesta del vocero de la presidencia en México, Rubén Aguilar, hoy miércoles 22 por la mañana, fue que “el proceso electoral corresponde sólo a los mexicanos y ningún país puede intervenir en el mismo”. Recordemos que hace apenas una semana, el canciller venezolano Ali Rodríguez había declarado que en México la presidencia y la prensa orquestaban un complot contra Hugo Chávez.

Aquí sobresalen dos cosas. Una, que ya habíamos detectado con claridad: la intención de Hugo Chávez de acreditarse cualquier triunfo de la izquierda en Latinoamérica como propio. Quiere hacer pensar al mundo que comanda, que es el líder indiscutible de la izquierda en Latinoamérica, algo que por supuesto es falso. Y dos, que la verdad es muy mal estratega en cuanto a que lo único que ha logrado en México es un amplio rechazo. Uno generalizado. De la derecha, de la izquierda y del centro. Si el señor Chávez supiera que dentro de las filas del PRD hay muchos que no lo quieren, que no quieren saber nada de él, acaso dejaría de meterse en donde no lo han llamado. Porque los procesos mexicanos, huelga decirlo, sólo competen a los mexicanos. López Obrador, al menos públicamente, jamás ha hablado con Chávez. Durante su gobierno al frente de la Ciudad de México, nunca mantuvo relaciones directas con el presidente venezolano. Que se sepa, López Obrador nunca ha ido a Venezuela. ¿Entonces de dónde viene este vínculo que Chávez quiere hacernos pensar como muy evidente? Envió a su hiperactivo embajador Vladimir Villegas a relacionarse con todos los grupos de jóvenes que pudiera, y encontró eco en algunos cuantos grupos. Tuvo sus fans el señor Villegas.

Pero la principal razón de que López Obrador ignore olímpicamente a Chávez se debe a algo muy básico: no lo necesita para nada. El nuestro no es el caso de Perú, con un Ollanta Humala urgido de apoyo ideológico y monetario, y quien viajó a Caracas y estuvo en Miraflores sin ningún reparo, al igual que Evo Morales, quien estuvo en Caracas y luego aceptó 30 millones de dólares de Venezuela al arrancar su gobierno, sin problemas. Y ahora acaba de aceptar 8 millones de dólares más para proveer de documentos de identidad a los bolivianos con el auspicio de Mr. Chávez.

El apoyo monetario o energético de Chávez siempre ha sido muy selectivo. Cuando dice que apoya a un país para estrechar los lazos, no está diciendo las cosas con claridad. Por ejemplo, el apoyo que ofrece a ciertos sectores en Estados Unidos, es una forma de financiamiento de gente afin a sus ideas. O sea, Chávez sólo da dinero a sus amigos, a sus prosélitos, a sus fans. Al Farabundo Martí (FMLN) de El Salvador, recién le entregará energéticos a través de PDVSA. Este acuerdo beneficia sólo a municipios izquierdistas allegados al FMLN. No le da el apoyo a El Salvador en lo general, o sea, al presidente Antonio Saca, representante nos guste o no de todos los salvadoreños, sino que lo entrega a entidades menores con fines bastante facciosos. Fortalece entonces a grupos políticos a través de su superávit petrolero. Esto no quiere decir que al señor Chávez le interese en serio combatir a la pobreza. Si así fuera, sólo entregaría los energéticos para beneficio de los que menos tienen, pero lo primero que le interesa es empoderar a ciertos grupos políticos que lo admiran.

Esto en México está prohibido por las leyes de la federación. Aquí no se puede suscribir ningún acuerdo entre un país extranjero y los municipios. De ningún tipo. Y menos petrolero. Sería tanto como entregar dinero para ayudar a los enfermos de cáncer pero a comités de ayuda pro-cáncer del PRD. Sería delirante y totalmente ilegal. Esperemos que México pueda vigilar bien por si es que algo similar estuviera sucediendo de manera clandestina o semiclandestina. O que Chávez quisiera socorrer a los pobres mexicanos, pero sólo de aquellos municipios donde operan grupos armados, guerrillas. Tal vez no al EZLN, pero qué tal al EPR. Eso no sería legítimo. Si en El Salvador se toleran estos enrroques, aquí no ha pasado aún algo similar. Pero habría que investigarlo bien, porque el esquema se repite en varios lugares de América Latina.

Regresando al spot donde se compara “la intolerancia” de López Obrador con la de Chávez, insistimos en que hasta hoy no hay pruebas de una relación directa –es decir personal- entre ambos personajes. Pero resulta al menos un poco deshonroso que si López Obrador no le hace el más mínimo caso al venezolano, éste se obsesione con levantarle la mano desde lejos a El Peje. El tabasqueño va 10 puntos arriba que Calderón y que Roberto Madrazo (PRI, centro), por lo que es un fenómeno que no requiere de ayuda externa.

Ayer mismo el perredista dijo que la relación más importante internacional para México es con los Estados Unidos, por razones obvias: económicas, políticas, culturales, de migración, seguridad nacional. O sea, la relación más importante no es con Hugo Chávez. La posibilidad de que México con una izquierda triunfante este 2 de julio sea visto como parte de un “bloque bolivariano” es nula. Nosotros queremos a los venezolanos, y admiramos a Simón Bolívar, pero no a Hugo Chávez, ya que hay muchísima distancia entre uno y otro. No creo que Bolívar viera con buenos ojos esta revolución hecha en su nombre, ni que encarcelara periodistas, ni que usara el petróleo y los impuestos de los venezolanos para fortalecer grupos extranjeros por encima de los protocolos normales de buenas relaciones entre las naciones. Si bien hace unos meses circularon versiones extraoficiales de que López Obrador habría viajado en el primer semestre de 2004 en secreto a Caracas para reunirse con Chávez y hablar del futuro de ambos, esto no ha podido ser verificado. Si quienes pueden contar con esta información, tanto en México como en Venezuela, la hacen pública con pruebas, con documentos, entonces finalmente entenderíamos que López Obrador sí está asociado a Chávez. Pero mientras, no podemos asegurarlo.

En cambio, por lo pronto, lo que sí se asegura es que, en el pasado, a donde sí habría viajado López Obrador –a quien jamás hemos visto salir del país- es a un seminario temático sobre política y asuntos económicos a Estados Unidos. Por el momento no podemos precisar la fecha exacta, pero tal seminario habría tenido que ver con una selección hecha en Estados Unidos de los hombres más prometedores en sus respectivas áreas de desempeño profesional. Investigaremos más este asunto.

A guisa de conclusión podríamos mencionarle a Mr. Chávez que el único que utiliza supuestamente su imagen para frenar a López Obrador es él mismo. Es una de las menos aconsejables propagandas que puede tener El Peje hoy día. Y en la medida en que más quiere “aparecer en la foto” del perredista, más lo perjudica. Aún si triunfa El Peje, no hay manera de que esto se pinte del color de ninguna revolución bolivariana-chavista. Chávez se queja del supuesto injerencismo contra él, pero no se pregunta del suyo en toda América Latina. Sr Chávez, hay otras izquierdas, que no tienen que ser como la suya: la de Chile, la de Brasil, la de España. Si por usted fuera, le pondría 8 estrellas al águila de nuestra bandera y la haría estar parada no en un nopal, sino en un caballo viendo para la izquierda. Pero no, gracias.



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